RESTAURACIÓN DEL "CRISTO AMARRADO".

SEPTIEMBRE 2019

CARTA ABIERTA 

Fr. Francisco Oliver Alcón, Ofm Guardián del Convento de Santa Ana del Monte en Jumilla 

 A todos los Jumillanos y devotos de la sagrada Imagen del Cristo Amarrado a la Columna: Paz y bien.  Ultimados todos los preparativos, el próximo día 26 de Agosto trasladaremos la Sagrada Imagen a la Sede de su Hermandad, en donde, según ya es conocido, se procederá a su restauración. El día anterior, domingo, en la misa de 12 pediremos por el éxito de esta intervención. El tiempo estimado para su ejecución es de cuatro meses.   Por tratarse de una imagen de gran veneración, durante su restauración la Sede de la Hermandad permanecerá cerrada a cualquier tipo de visitas y así  evitaremos exponer a la curiosidad, acciones que pertenecen a la intimidad de nuestra querida Imagen.  El coste total, incluidos impuestos es de 17.908€, de los cuales el Excmo. Ayuntamiento, según ha presupuestado, aporta 12.000; el resto, 5.900€ supera nuestra capacidad económica por lo que nos vemos en la necesidad de apelar a vuestra generosidad y colaboración para poder abonar el coste total de esta intervención; de lo cual os estaremos muy agradecidos. El Cristo Amarrado sabe agraciaros con creces. Puntualmente en la cancela de nuestra iglesia se informará del estado de las cuentas. 

  NOTA: Como es sabido, este tipo de donaciones pueden desgravar en Hacienda, para lo cual, quien lo necesite tendrá que darnos los datos de identificación fiscal necesarios; a tal fin tenemos preparadas unas fichas. Un modo de donación podría ser entregando el donativo en mano el día que vengáis al Convento,  se os tomará nota de vuestra donación y, en caso de que queráis el certificado oficial, se rellenará la ficha correspondiente para que la declare la Provincia Franciscana y firme su recibo correspondiente. Si os resulta más cómodo podéis hacer el ingreso en nuestra cuenta corriente indicando claramente que es donativo para la restauración del Cristo, así como el donante.

 

BBVA.  Titular PROVINCIA INMACULADA CONCEPCIÓN OFM FRANCISCANOS. 

IBAN: ES52 0182 0157 0702 0157 0246

 

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SOLEMNIDAD DE SANTA ANA 2019 EN NUESTRA CASA DE JUMILLA.

julio 2019

Después de un quinario predicado cada día por un hermano de la comunidad, llegamos a este día señalado de la titular de este Convento de Santa Ana del Monte en Jumilla.

Pese al calor y la hora numerosos devotos se congregaron en el atrio del Convento para honrar a quien es grande por ser la madre de la Madre dl Hijo de Dios. La eucaristía, presidida por nuestro Hermano Francisco Oliver fue con celebrada  con el Párroco de Santiago, y hermanos venidos de Santa Catalina del Monte (Murcia),  de Santo Espíritu (Valencia) y de El Palancar (Cáceres). En la misma ay al finalizar el grupo misionero infantil y preadolescente de la colonia, entregaron lo recogido por la “venta” de objetos decorados y hechos por ellos mismo a D. José Luis Bleda que marchará de misionero a tierras hondureñas. También se entregaron a los pequeños unas galletas co la figura de la Abuelica para que las obsequiaran a sus abuelos, aunque casi todas terminaron en la boca de los nietos.

Animados por el incansable Fr. Javier Rojo procesionales por el monte junto a un trono infantil de San Joaquín y de Santa Ana, portado, como es habitual, por los pequeños de la colonia. Cantando los Gozos de Santa Ana, las rotativas para que acabe la pertinaz sequía, volvimos al Santuario y, cantado el himno, dimos por concluida la fiesta de este año.

 

Acto seguido y patrocinado por el Excelentísimo Ayuntamiento, dio comienzo el recital de canto y piano “Canciones de Broadway”. Paloma Friedhoff, soprano, puso la voz y Pedro Valero los sonidos del piano. En el marco incomparable del atrio del Convento pudimos deleitarnos con música de excelente calidad y mejor interpretación.


semana santa 2019

abril2019

Reflexiones.

Domingo de Ramos

Saciados con los dones santos, te pedimos, Señor, que así como nos has hecho esperar  lo que creemos por la muerte de tu Hijo, podamos alcanzar, por su resurrección, la plena posesión de lo que anhelamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
¡Hemos comulgado! A quien hemos recibido es Cristo Jesús Es lo que confesamos en el silencio de acción de gracias. Y unidos a él le pedimos a Dios Padre que vivamos la esperanza de alcanzar un día lo que la fe nos afirma: los beneficios de salvación que la muerte de Jesús nos ha aportado; y, por su resurrección, llegar a poseer plenamente esos bienes que deben ser anhelados sin descanso.
Cristo por nosotros
se sometió incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo,
y le concedió el “Nombre-sobre todo-nombre”.
Fieles del Señor, alabadlo.
 
Jueves Santo: Misa de la Cena del Señor
Dios todopoderoso, alimentados en el tiempo por la Cena de tu Hijo, concédenos de la misma manera, merecer ser saciados en el banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
También nosotros, como los apóstoles, hemos estado presentes en la Cena del Señor y hemos oído a Jesús decir “Esto es mi cuerpo”; “esta es mi sangre”, y él nos ha llamado para que lo recibamos de sus manos. Y a él hemos recibido. Y le hemos escuchado palabras de vida, palabras de amor, de entrega a la muerte por nosotros, palabras de unidad Y nos ha dado la fuerza necesaria para acompañarle a orar y velar, unidos a él, en Getsemaní.
Con esta confianza, le dirigimos a Dios Padre, esta oración propia de la celebración de la Pasión del Señor el día del Viernes Santo:
Dios todopoderoso y eterno, que nos has renovado con la gloriosa muerte y resurrección de tu Ungido, Jesucristo;, continúa realizando en nosotros, por la participación en este misterio, la obra de tu misericordia, para que vivamos siempre entregados a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Vigilia Pascual - Domingo de la Resurrección del Señor
Derrama, Señor, en nosotros tu Espíritu de caridad, para que hagas vivir concordes en el amor a quienes has saciado con los sacramentos pascuales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hemos llegado al final de nuestro camino: ¡Cristo ha resucitado y nosotros con él! Nos queda hacer vida real los regalos de Dios, sin esconderlos. Hemos sido fortalecidos, pero somos débiles, sobre todo en el amor. Por eso le pedimos al Señor que derrame en nosotros el Espíritu de caridad, a fin de que el fruto de la Cuaresma, de los ejercicios de penitencia que hemos realizado, sea vivir un auténtico amor cristiano, porque si le ponemos trabas al amor fraterno y no crece... ¿hemos resucitado con Cristo Jesús?
De ahí, que el Domingo de Resurrección, con el corazón lleno de alegría, le pedimos a Dios que proteja a su Iglesia, a cada uno de nosotros, con misericordia perpetua, y que los sacramentos pascuales, de los cuales vamos a participar frecuentemente durante nuestra vida temporal, nos lleven a la gloria de la resurrección.
¡Aleluya! Rey vencedor
apiádate de la miseria humana
y da a tus fieles parte en tu victoria santa.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

 


Las iniciativas litúrgicas de la Semana Santa nacieron en la Ciudad Santa, Jerusalén, donde los recuerdos de la Pasión del Señor suscitaban en los cristianos un fervor extraordinario que motivó que otros lugares lo imitasen.

 

La “Semana Santa”, también conocida  en las Iglesias de Oriente como “Semana Mayor”, recuerda y celebra todo lo que Jesús vivió en su última semana de vida terrena.

 

 

DOMINGO DE RAMOS.

 

Recuerda la entrada de Jesús en Jerusalén, montado en un pollino y acompañado de sus discípulos y multitud de gente que el aclamaba. Es una celebración triunfal. Comienza con la bendición de los ramos, que debe hacerse en un lugar distinto de la iglesia. Es la primera parte de la celebración. La más triunfante. La procesión de los ramos tiene su origen en la iglesia de Jerusalén, en el siglo IV, una vez que la Iglesia ha obtenido la libertad social. Con esta procesión se quiere afirmar que Jesús es el Mesías prometido al pueblo de Israel. A partir del siglo VIII  se bendicen los ramos.

 

La segunda parte es la celebración de la Santa Misa de la Pasión con la lectura del evangelio de la Pasión correspondiente al ciclo litúrgico A-B-C.(Mateo, Marcos o Lc). Por eso, antiguamente se le llamaba Domingo de la Pasión del Señor.

 

 

En la Edad Media se solemnizó litúrgicamente la procesión de ramos, en la que participaba todo el pueblo, el obispo y el clero. Se reunían todos en una iglesia fuera de la ciudad o en un lugar elevado, que recordaba el monte de los Olivos, y, desde allí, portando ramos de olivo, palmas o de otros árboles, bendecidos anteriormente, iban en procesión hasta llegar a la catedral, cuyas puertas estaban cerradas y que sólo se abrían cuando eran golpeadas con la cruz. Esto significa que es Cristo quien nos precede y, por la fuerza de la cruz, introduce a los justos en el cielo.

 

 

En algunos países se acostumbraba a bendecir también flores, de donde el nombre de Pascua  de las flores o Pascua Florida. Así era conocida también entre la gente.

 

 

LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES SANTO

 

De las tres primeras ferias de la Semana Santa, - lunes, martes y miércoles-, esta última es la más antigua y la más importante. Se recuerda cuando el Sanedrín, gran Consejo de los judíos, se reúne para ver el modo de apresar a Jesús y darle muerte. El evangelio del día recuerda la oferta de Judas a los sumos sacerdotes de entregarles a Jesús y la aceptación de éstos por treinta monedas. Y el anuncio, en la Cena,  por parte de Jesús de la traición de Judas, según nos lo cuenta el evangelio según san Mateo.

 

 

JUEVES SANTO

 

Con el Jueves Santo se termina la Cuaresma y comienza el Triduo Pascual.

 

 

En primer lugar la Celebración de la Cena del Señor. Se recuerda la institución de la Eucarística, la institución del sacerdocio, el mandamiento del amor cristiano dado por Jesús, la oración de Jesús en Getsemaní y la prisión de Jesús siguiendo las instrucciones de Judas.

 

Este recuerdo especial de la celebración de la Cena Última del Señor pudo empezar en Jerusalén, ya en el siglo IV. Más tarde, el Jueves Santo, era el día en que tenía lugar la reconciliación de los penitentes y las bendición de los óleos. En muchos lugares es el día dedicado a la confesión anual. Los óleos, que hoy en día se bendicen el martes o miércoles santo, según la tradición de las diócesis, son tres: el santo Crisma, el de catecúmenos y el de enfermos. El santo Crisma se emplea en el bautismo, confirmación y ordenación presbiteral y episcopal; el de los catecúmenos en el bautismo, antes de ser bautizados, y el de los enfermos, para cuando un cristiano está en estado de enfermedad grave, que no significa que ya está agonizando. Una vez muerto ya no se debe administrar la Unción de enfermos, pues ésta es para enfermos, no para muertos.

 

 

Otro de los ritos propios de este día es el lavatorio de los pies, que comenzó a celebrarse en Jerusalén en la segunda mitad del siglo V. De ahí se extendió a Oriente y Occidente. Significa el mandamiento nuevo del amor y el servicio de Cristo, que no ha venido a ser servido sino a servir (cf. Mt 20,28), en cuyo servicio nos dijo que lo imitásemos.

 

 

El Monumento.  Durante los siglos XIII y XV se afianzó la costumbre de reservar la Eucaristía en un sagrario provisional, donde se guardaba para la adoración por los fieles y también para la comunión del día siguiente. Con el desarrollo de la devoción eucarística, el sagrario provisional recobró especial relieve y se adornó con flores, luces y otros adornos. A partir de la medianoche debemos centrarnos en la meditación de la Pasión del Señor. Es el consejo de la Iglesia,

 

 

Una vez guardada la Eucaristía en le Monumento, se quitan los manteles del altar, dejándolo totalmente vacío de adornos. Esto simboliza el despojamiento de Cristo en la Cruz.

 

 

VIERNES SANTO

 

En este día no se celebra la Santa Misa. Es el gran día de luto para la Iglesia. Es un día de intenso dolor, dulcificado por la esperanza cristiana. Recordar lo que Cristo sufrió por nosotros suscita sentimientos de dolor y compasión, así como de pesar por nuestra participación en sus sufrimientos a causa de nuestros pecados. Es dolor unido a la gloria y salvación que reporta para la humanidad. ¡Nuestra gloria es la cruz de Cristo! Es día de agradecer el amor de Dios hacia nosotros.

 

 

Tres son los ritos que comprende la liturgia del Viernes Santo o Celebración de la Pasión del Señor: la liturgia de la Palabra, que se concluye con las oraciones solemnes. Éstas son 10, en las que se pide por todos los que vivimos y por las todas las necesidades del mundo. Se hacen después de la lectura de la Pasión según san Juan. Con esto se quiere indicar que el fruto de la muerte de Cristo es universal y se extiende a todos sin exclusión de razas, religión y cultura.

 

 

La adoración de la cruz. Tuvo su inicio en Jerusalén, después de que santa Elena, la madre del emperador Constantino, hallase la cruz de Cristo (s. IV). El rito es simple: presentación de la cruz y adoración de la misma mediante un gesto o un beso a la cruz. Mientras tanto se canta o se recitan los llamados “Improperios”: quejas de Jesús a su pueblo que, a pesar de haberlos cuidado con amor y misericordia durante toda su historia, lo han rechazado y crucificado.

 

 

La llamada “misa de los presantificados” (lo que ha sido santificado en la Eucaristía del Jueves Santo), que consiste en la comunión con las formas consagradas el Jueves Santo. Es un simple rito de comunión, con el rezo del Padre nuestro y una oración conclusiva de acción de gracias.

 

La liturgia del Viernes Santo es como un vía crucis celebrado litúrgicamente.

 

 

SÁBADO SANTO

 

Día alitúrgico. Día en el que la Iglesia acompaña a María en su dolor. Continúa el luto por la muerte del Señor, conmemorando su sepultura y su descenso al lugar de los muertos para liberar a los justos que esperaban a su Redentor, abriéndoles  las puertas del Cielo. Es lo que confesamos cuando afirmamos en el Credo: “Descendió a los infiernos”.

 

 

LA VIGILIA PASCUAL, “madre de todas las vigilias” (san Agustín). Los ritos son:

 

Bendición del fuego,  que se realiza en el atrio o al fondo de la iglesia. Este rito,  es muy antiguo.  El fuego antiguamente se obtenía con la piedra pedernal, por eso se realizaba fuera de la iglesia por los inconvenientes de humo, mal olor, etc. La bendición del fuego, según la oración que se emplea para bendecirlo, nos recuerda la finalidad de las fiestas pascuales; a saber: guiados por la luz “llegar con corazón limpio a las fiestas de la eterna luz”, en el cielo con todos los santos.

 

 

Con este fuego se enciende el cirio pascual, símbolo y signo de la presencia de Cristo resucitado. La vigilia pascual se remonta muy al inicio de la historia litúrgica. Nos quiere recordar que Cristo está presente en su pueblo, instruyéndolo, como a los apóstoles, sobre la verdad de su resurrección y sobre nuestra participación en ella. Este cirio lucirá en las celebraciones litúrgicas durante los 50 días que dura el tiempo Pascual, hasta el día de Pentecostés, indicando con esto que a partir de la venida del Espíritu Santo, será Él quien nos guíe, y, a su vez, nos recuerda la presencia de Jesús entre nosotros: “Yo estaré con vosotros todos los días”.

 

 

Sigue el Pregón pascual, “texto lírico de gran belleza”, que canta la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte y la redención del género humano. Una de las estrofas, dice: “Esta noche santa, ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.– ¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!”

 

 

Con las lecturas comienza propiamente la Vigilia Pascual. Hasta este momento hemos estado preparándonos para escuchar, con atención y gratitud, un resumen de la historia de la salvación, historia del amor de Dios, comenzando por la lectura de la creación. Son siete lecturas del AT, comenzando por la Creación. Forman como una especie de diapositivas que sirven para recordarnos el gran amor misericordioso de Dios. Conviene advertir que concluida la lectura del AT, se encienden las velas del altar, hasta ahora apagadas, que son las que iluminarán durante la celebración de la Santa Misa. ¿Por qué precisamente ahora? Probablemente para indicarnos que, por la resurrección de Jesús, hemos pasado la esclavitud de la ley del AT a la ley de la gracia y el amor, la libertad cristiana.

 

 

Y entonces se canta el “Gloria a Dios en el cielo”, acompañado del repique de campanas, anunciando la resurrección de Cristo. Proclamada la lectura del NT, que nos habla de nuestra resurrección en Cristo, se canta el Aleluya,  momento cumbre, que inicia siempre el celebrante. Es el grito de júbilo cristiano, que desde el inicio de la Cuaresma, no se oía. Siempre se debe cantar estando de pie, porque es canto de victoria, de alabanza a Dios. Aleluya significa: “Alabad a Dios”. Es el grito de alabanza dado por los elegidos para celebrar la victoria total y definitiva  de Dios. Y una victoria se celebra siempre en actitud de pie.  

 

 

En la noche pascual tiene lugar la bendición del agua bautismal, con la cual serán bautizados los catecúmenos, si los hubiere, y para el momento de la renovación de las promesas bautismales, recordando nuestro bautismo y confesando nuestra fe como personas adultas que ya sabemos a que nos comprometimos cuando fuimos bautizados.

 

 

Y comienza el Tiempo Pascual cuya duración es de cincuenta días, durante el cual vamos descubriendo quién es el Resucitado, qué nos ofrece y cómo caminar en esta nueva vida hasta alcanzar la eterna. Si hemos resucitado con Cristo, nos dice san Pablo, vivamos las realidades de arriba, no las de la tierra, porque hemos sido injertados en la vida resucitada de Cristo Jesús.

 

DOMINGO DE PASCUA

 

El Domingo de Pascua es el punto culminante del ciclo eclesiástico entero, porque entre todas es la fiesta eminentemente de Cristo, principio y fundamento de toda nuestra vida cristiana. Partiendo de la Pascua podemos comprender todas las celebraciones, todos los ritos y todos los textos litúrgicos del año. Es la fiesta de las fiestas, siendo los domingos prolongación de ella.

 

Fr. Pedro Ruiz Verdú. ofm


CUARESMA 2019

Cuaresma = cuarenta día. Nos vamos al desierto con Cristo . Se trata de revivir con él, en el desierto. los largos años de peregrinación de los israelitas hacia la tierra prometida. Durante esos años sintieron hambre y sed, desaliento y rebeldía, tentaron a Dios; pero en medio de todo esto y a pesar de ello, experimentaron la ternura de Dios, su cercanía -de la cual dudaron-, su misericordia y su amor. Según san Pablo, “todo esto fue escrito para escarmiento nuestro” (1Cor 10,11). Moisés fue el mediador ante Dios de su pueblo
El tiempo de Cuaresma debe ser para nosotros un tiempo positivo; tiempo en el que debemos esforzarnos por superarnos y purificarnos, y así dar a Dios una respuesta en consonancia con el Evangelio de Jesús.
Comienza la Cuaresma con la imposición de la ceniza, signo que la Iglesia primitiva recibió de la tradición judía. Las palabras que acompañan al rito de imposición expresan de algún modo el significado de la Cuaresma: “Acuérdate que eres polvo y en polvo de convertirás” o “Conviértete y cree en el Evangelio”.
Convertirse significa volverse hacia Dios (la 1ª conversión), o disponernos a escuchar la voz del Señor con más frecuencia e intensidad para mejorar nuestra vida cristiana (2º conversión que es continua): “Si escucháis hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón”.
Durante la Cuaresma se trata de vivir la experiencia de la ternura e intimidad con Dios. Es el Padre, quien en Cristo Jesús, tiene la iniciativa y sale a nuestro encuentro para conducirnos a la participación de la gloria de la resurrección. Nuestra respuesta cuaresmal consiste en dejarnos hacer por el Espíritu Santo, consciente y libremente, como el barro en manos del alfarero.
Pero desde el amor y con amor.
Se suele decir que la Cuaresma es tiempo de penitencia. El cristiano no debe olvidar que la vida cristiana es un camino continuo de conversión, de penitencia, orientada hacia Dios (oración), hacia el prójimo (limosna) y hacia nosotros mismos (ayuno), todo lo cual nos ayuda a dominar nuestras tendencias negativas y a acrecentar las tendencias positivas, sin olvidar que es Dios quien dirige y acompaña nuestra Cuaresma. Acerca de estas tres cosas nos van instruyendo las lecturas y oraciones de este tiempo cuaresmal.
A todo lo cual hay que añadir el sentido eclesial. Celebrar  la Cuaresma es, por tanto, vivirla unido a la Iglesia. No se trata tan sólo de actos individuales, que yo hago para mí y en favor mío, sino que tengo presentes en el ayuno, en la limosna y en la oración a los más necesitados, que se ven obligados a soportarla
¡porque sí!.
¿Qué debemos hacer durante la Cuaresma? Es una pregunta que algunos cristianos se suelen repetir cada año.
En primer lugar, nuestro alimento, durante el tiempo cuaresmal debe ser el Pan de la Palabra de Dios y el Pan de la Eucaristía. Recordemos la respuesta que dio Jesús al diablo a la primera tentación: “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boda de Dios”.
Pero, hagamos la pregunta de otra manera: ¿cómo podemos mejorar las cosas que hacemos; la relación con el prójimo, la oración, nuestro ayuno, no tanto material, sino de defectos o tendencias?¿Qué cosas hay en mí que no agradan a Dios
No se trata de añadir cosas nuevas a las que ya hacemos, sino de hacer bien lo que hacemos y dominar nuestras pequeñas o grandes pasiones. Se trata de acompañar a Cristo Jesús que todos los días sale a nuestro encuentro y nos da su mano. Cogerse a ella, aunque alguna vez sintamos sus llagas.
Estas cosas, hechas con espíritu interior, nos ayudarán a vivir la Cuaresma sin llamar la atención, en silencio. “Y vuestro Padre que ve en lo escondido te recompensará”. ¡Solo Dios basta!
“Jesús sea tu deseo,/ Jesús tu camino y guía / Jesús tu paz y alegría / Jesús tu amor y tu empleo” (Santa Ana del Monte-Jumilla)